Una inocentada de país

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Los miles de desahuciados, los miles de parados, los miles de ciudadanos españoles que esperan un día más ante los comedores sociales para tener algo que llevarse a la boca. Los santos inocentes ya no son aquellos niños que Herodes quería sacrificar, hoy son los ¡santos pacientes! españoles, que como si de una inocentada se tratase, soportamos que nuestros gobernantes se rían en nuestra propia cara, llenándose los bolsillos a costa de la gente que juraron proteger.

Monigotes típicos del Día de los Inocentes amanecieron pegados en las fachadas de las principales sucursales bancarias en varias ciudades españolas. La Plataforma de Afectados por la Hipoteca decoró estos edificios con un monigote reivindicativo, porque si algo en este país parece una verdadera inocentada (aparte de las «aventuras» del pequeño Nicolás) son los «tejemanejes» de los bancos y el Gobierno con el dinero de los ciudadanos.

Desahuciar a familias enteras, mantenerles la deuda una vez desahuciados y obligarles a vivir sin un techo donde resguardarse pasando por encima de un derecho fundamental a la vez que los poderes públicos cargan a sus espaldas sendos casos de corrupción, parece una inocentada o una broma de mal gusto.

Los papeles de Bárcenas, los ERE andaluces, las tarjetas black de Caja Madrid, el Caso Nóos, la trama Gürtel, el Caso Malaya, el Caso Emperador, Bankia, Fabra, Pujol, Blesa y una lista tan inmensamente larga que da vergüenza enumerar. Es curioso, en todos estos casos de corrupción alguien se ha embolsado dinero público, dinero de los ciudadanos, pero ninguno de ellos es una inocentada, o sí, quizás vivamos en un eterno 28 de diciembre llamado España.

La gente no puede más con esta eterna inocentada que está durando más de la cuenta, la gente quiere protestar y salir a la calle a reivindicar sus derechos, pero de nuevo, una nueva «broma» del Gobierno nos detiene: la Ley Mordaza, que a los de arriba les gusta llamar «Ley de Seguridad Ciudadana», para poner un poco de énfasis en la inocentada.

En España a los políticos les gusta llenarse la boca hablando de una democracia (para inocentes, también) que ensalza las libertades y los derechos de los ciudadanos, pero después, y a modo de inocentada, roban dinero público, nos privan de libertades y derechos, y para colmo, mientras cobran sus desorbitados sueldos que paga el pueblo, se atreven a decir que el país está como está porque nosotros, los ciudadanos, hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Esto es de vergüenza, una estafa, un abuso. No hay mayor inocentada que este país.

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Periodista. Leonesa de nacimiento y malagueña de adopción. Cinéfila y seriéfila hasta la médula. Si los días tuviesen más horas las invertiría en ver series y si lloviese dinero, no saldría del cine.

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