¿Inocentada o realidad?

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Recuerdo que mi juguete más preciado del 28 de diciembre se componía de folios, lápiz, tijeras y cinta adhesiva. Me dedicaba a recortar monigotes para pegárselos en la espalda al primer familiar que se me pusiera a tiro. Lo pasaba bien, para qué mentir. Día de los Santos Inocentes lo llaman. Y así es. Por aquel entonces era una inocente criaturita que desconocía el porqué de la tradición.

Cuando aún no existíamos, a un tal Herodes se le ocurrió ordenar la matanza de los niños menores de dos años nacidos en Belén. ¿Una inocentada, quizás? No. Fue real. Y nuestra bonita manera de celebrarlo es gastar bromas de toda índole.

Ayer leía en la portada del sudamericano Diario Norte una noticia sobre un siniestro náutico en el río Paraná. El periódico afirmaba que «una embarcación paraguaya con su tripulación completamente ebria colisionó contra los pilares de la obra, desestabilizando la estructura y provocando la caída al río en un tramo de 87 metros». ¿Inocentada o realidad? Inocentada.

Minutos después, Europa Press publicaba el fallecimiento del actor David Ryall. ¿Y ahora qué? ¿Inocentada o realidad? Una vez acabado el día 28 lo comprobé y sí. Realidad. Por desgracia.

Hemos llegado a un punto en el que no sabemos distinguir entre inocentada y realidad. Entre mentira y verdad. Entre gracia y seriedad. Confundimos el humor con el pitorreo. Nos gusta reírnos a costa de los demás. Pisotear. Ensalzar nuestras habilidades frente a los más débiles. ¿Y quiénes son? Los inocentes.

El 28 de diciembre no es un día como otro cualquiera. Es un día de fiesta. Un día en el que aprovechamos para reírnos de las almas cándidas sin que nos puedan reprochar nada. Pero ojo, se nos puede ir de las manos. El 35% de los “inocentes” españoles ha sufrido bullying en algún momento de su vida. ¿Inocentada o realidad? Juzgad vosotros.

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Malagueña. Cofrade desde la cuna. De pequeña jugaba a hacer periódicos, ahora soy periodista. Defensora de la ficción española y fiel amante de la novela histórica. La música en directo y el teatro me dan la vida.

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