El ‘no caso Errejón’

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No descubro nada nuevo cuando digo que muchos de los funcionarios de este país no siempre acuden a sus puestos de trabajo exactamente en las horas que indica su contrato. 5 minutitos más tarde de la hora de entrada o media hora antes de la de salida no hacen daño a nadie.

Estoy convencida de que en la Universidad de Málaga muchos investigadores no cumplen con exactitud las horas y los minutos que dicta su contrato dentro de las instalaciones de la Universidad, porque muchas veces ni siquiera es necesario, e incluso he visto a algunos de mis profesores irse a casa antes de terminar las clases o sus horarios de tutoría, pero no pasa nada, nadie se preocupa por ello, y es que ninguno de ellos está tan en el punto de mira como Íñigo Errejón.

En «el caso Errejón», que parece que a muchos les ha dolido más que los papeles de Bárcenas o los ERE en Andalucía, no ha faltado más que un papel para pedir la compatibilidad entre su trabajo como investigador del proyecto sobre la vivienda en Andalucía y su trabajo en la campaña de Podemos, y la posibilidad de realizar el primero (que sí se ha realizado) en otra ciudad. Según los implicados, esto no constaba en los papeles, pero se le había dado a Errejón un permiso verbal para desarrollar el trabajo en Madrid. Probablemente en el resto de los casos de este tipo, nadie va a rebuscar más allá, pero en este caso está implicado el enemigo de todos, el monstruo por excelencia, el terror de España, Podemos.

Me ha sorprendido la necesidad tan fuerte que ha tenido el periódico El Mundo de «descubrir» lo que en su día denominó (y posteriormente tuvo que rectificar) como «contrato fraudulento». En general, a casi todos los medios se les ha hecho «la boca agua» al conocer esta noticia, pues parece haber una necesidad generalizada de desacreditar al partido de Pablo Iglesias. La fuerte y rápida irrupción de Podemos preocupa al Gobierno y al resto de partidos políticos, claro, porque hay muchas cosas que esconder y mucha mierda que sacar, y los de Pablo Iglesias han prometido hacerlo. Los principales medios españoles no se quedan atrás, también tienen miedo, son unos de los grandes contribuyentes de esta mentira de país.

Los del periódico en cuya redacción jugaba Aznar al padel con Pedro J., se han dado prisa en denominar como «contrato fraudulento» el de Errejón, sin preguntar ni a los implicados ni a la Universidad, pues días después de la exclusiva, Adelaida de la Calle, rectora de la Universidad de Málaga, aclaró que no había ninguna irregularidad en el contrato, pues el trabajo se había desarrollado correctamente. Algo pasó después, llámalo presión mediática, llámalo «cacería», pero se abrió un expediente a Errejón por incumplimiento de contrato, aunque sin más argumento que el de «faltaba un papel».

Falta un papel… ¡Corrupción! ¡Casta! ¡Etarras!

Ese papel debía haber existido, no sirven los consentimientos verbales cuando hay un contrato de por medio. No se hizo y está mal hecho. Si se hubiesen hecho bien las cosas no estaríamos hablando de este tema, pero de ahí a compararlo con alguno de los casos de corrupción que más daño han hecho a este país… Me parece una burda manipulación mediática, muy problemática en este país, donde hay mucha gente que se queda con lo primero que lee o escucha sin molestarse en contrastar datos. Y es verdad que no habría que contrastar si hubiese un periodismo de calidad que lo hiciese por nosotros con objetividad, pero ya sabemos que el periodismo sin ideología, como los reyes, son los padres.

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Periodista. Leonesa de nacimiento y malagueña de adopción. Cinéfila y seriéfila hasta la médula. Si los días tuviesen más horas las invertiría en ver series y si lloviese dinero, no saldría del cine.

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