Autodestrucción, la nueva obra de La Compañía del Krisol basada en parte de la trilogía de Esteve Soler; Contra el progreso y Contra el amor, se presenta el viernes 21 de julio en la Sala AZarte de Madrid. Los textos han sido traducidos a nueve idiomas y han sido trabajados por más de 50 directores en distintos países. La clave de su éxito es la universalidad de su tema: el hombre contemporáneo convive con la perversión que han experimentado algunos de estos conceptos que sustentan su sistema: progreso y amor, términos aparentemente positivos pero que en pleno derrumbe disfuncional se han convertido en algo prácticamente monstruoso. La obra también cuenta con otro pase el próximo viernes 28 de julio.
El montaje se configura a partir de ocho obritas-espejo de un universo espeluznante que muestra sin tapujos cómo en nombre del progreso y del amor, el hombre ha cometido las mayores atrocidades, condenándose a sí mismo y despojándose de su condición más primigenia: su propia humanidad. Dando la vuelta a estos conceptos, se disparan las siguientes cuestiones: ¿nos ha hecho el progreso mejores personas? ¿A costa de qué se llega a el y a quién beneficia realmente? ¿Es el amor, tal y como lo entendemos y experimentamos en la actualidad, enriquecedor para el ser humano?
Sinopsis
Cierren los ojos y traten de trasladarse al año 2050. ¿Cómo es el mundo que ven? ¿Les gusta? Autodestrucción les sumerge en un universo-espejo donde responder a esta pregunta se convierte en algo, cuanto menos, doloroso. La realidad que nos dibuja, cuyas semillas se encuentran en la actualidad, sacude y estremece por igual. Un universo pérfido y espeluznante se apodera del escenario durante 70 minutos de infarto a través de ocho cuadros u obritas independientes entre sí que desprenden mala leche e incorrección política, combinando humor, ironía y horror. Todas ellas vienen a demostrar cómo el ser humano, en nombre del progreso y el amor, se ha condenado a sí mismo, e invitan a dar una vuelta de tuerca a estos conceptos.
Este montaje no es solo la crónica de una muerte anunciada o el viaje por un proceso de agonía y deshumanización. Es, también, un llamamiento a la acción, al despertar. A la toma de conciencia de quiénes somos los seres humanos y qué realidad estamos creando. Siempre bajo el amparo de la comedia dramática e hiriente, Autodestrucción sumerge al espectador en una extraña y fascinante esfera que muestra la cara más reprochable de una de las especies más desconcertantes y asombrosas que divagan por la corteza terrestre: el ser humano.