Un Pablo López emocionado reivindica la idiosincrasia malagueña

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Si hay alguien que se deja la piel en el escenario, ese es Pablo López. La piel, la voz y el alma. Y cuando lo hace en casa, aún más. Málaga fue testigo ayer de una de las mejores noches de su vida. Un concierto de los que hacen historia. De esos en los que durante la tercera canción ya te preguntas: ¿Para cuándo el próximo?

Concierto de Pablo López en el MAC (© 2015 Carmen Pajarón)

Emoción. Ese fue el sentimiento que se apoderó anoche de un Palacio de Ferias y Congresos a rebosar. Alrededor de 2.000 ‘amantes inocentes’ se dieron cita en el Málaga Auditorium Club —no el auditorio municipal, como muchos creían— para disfrutar de una noche mágica en la que el acento andaluz fue protagonista.

«Gracias a los López y a los Jiménez por enseñarme que la pasta está en una sonrisa». Así agradecía a su familia el haberle enseñado a valorar siempre las pequeñas cosas. Y es que si hay algo que caracteriza a Pablo López es su humildad. Eso se refleja también en la sencillez de la puesta en escena. Algunos juegos de luces, cuatro músicos, un piano y su voz le bastaron al ‘malaguita’ —como él mismo se define— para poner el público en pie.

Concierto de Pablo López en el MAC (© 2015 Carmen Pajarón)Empezando por La Séptima Mayor, canción que abre el repertorio de El mundo y los amantes inocentes, hizo un recorrido magistral por todos los temas del último disco junto a siete de aquellas Once historias y un piano.

Uno de los momentos más emocionantes llegó con Mi casa, cuando el cantante —acompañado únicamente por el piano— apartó el micrófono y se dejó el alma para llenar cada rincón del auditorio con su voz. En agradecimiento, el público se arrancó con una enorme ovación que hubiera durado toda la noche, de no ser por las ganas que tenían de volver a oírle.

Con Debería, el malagueño aprovechó para homenajear a todas esas historias que se acaban y dejan huella: «A veces son más bonitos los deberías que los definitivos». Además, confesó ser un enamorado de «esas cosas que pasan sin pensarlo» y agradeció todas las muestras de cariño que recibe cada día: «Le dais sentido a algo tan loco como ser músico». También se acordó de su equipo, al que le dedicó El invierno nos guarda.

Concierto de Pablo López en el MAC (© 2015 Carmen Pajarón)

En casa se está como en ningún sitio y Pablo lo sabe de sobra. «No hace falta el discurso de poeta trasnochado, solo hay que ver la cara de idiota que se me queda al veros aquí sentados», reconoció. Tampoco faltaron las bromas ni las anécdotas personales entre canción y canción. «No hay que atarse en esta vida, hay que ser un alma libre», decía.

El público —formado por mayores, jóvenes y niños— también quiso sorprender a su paisano. Mientras interpretaba la Canción prohibida, sacaron globos de colores y jugaron con ellos al ritmo de la música. Asimismo, en el momento en el que el cantante se fue del escenario a quitarse la chaqueta, se atrevieron a entonar el himno del Unicaja y éste lo siguió a su regreso.

Concierto de Pablo López en el MAC (© 2015 Carmen Pajarón)Para terminar se reservó El mundo, primer single de su segundo álbum, que fue uno de los temas más coreados junto a Tu enemigo. Lejos quedó aquello de ‘pianista de crucero’ y es que Pablo López ha sabido demostrar lo que vale. Solo un piano y su voz le han hecho falta para colarse en los primeros puestos de las listas de ventas de nuestro país y colgar el cartel de ‘sold out’ en numerosas ciudades.

Quien le iba a decir al señor López, allá por el 2008, que años más tarde volvería convertido en uno de los mejores cantautores del momento. Si hay algo de lo que no hay duda es que con esfuerzo todo es posible. Por ello, aprovechó el concierto para reivindicar la importancia de la constancia a la hora de cumplir sueños: «La música no está fatal, hay que trabajar. Si no trabajas y no persigues nada, mejor quédate en casa».

Un concierto más ‘malaguita’ imposible. Pablo López, por donde quiera que va, lleva a Málaga por bandera. Y ayer no iba a ser menos. Cada canción, cada nota y cada palabra llevaban acento malagueño y así se encargó de recalcarlo en todo momento: «Gracias a mi tierra por regalarme esta idiosincrasia, gracias por dejarme vivir fuera de los cánones establecidos y ser feliz». Tan feliz como los miles de malagueños que anoche sintieron su música por todos los poros de la piel.

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Malagueña. Cofrade desde la cuna. De pequeña jugaba a hacer periódicos, ahora soy periodista. Defensora de la ficción española y fiel amante de la novela histórica. La música en directo y el teatro me dan la vida.

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