Una voz en off retumbó anoche en La Cantera de Nagüeles para decir que no está mal todo lo que se salga del camino marcado, que hay que juzgarse menos y valorarse más. Era él, ese chico asturiano a quien su pasado hoy acompleja y persigue, pero también instruye. Era Melendi, aquel que un día lució rastas y dedicó al Cannabis gran parte de su repertorio y que hoy, rapado casi por completo, ofrece consejos en contra de las drogas a partir de algunas de sus canciones más conocidas. El público, que permaneció en pie toda la noche, bailó, saltó, cantó, pero sobre todo, rió, porque como si de un monologuista se tratase, a través de historias y reflexiones, el asturiano consiguió sacar constantes carcajadas a los presentes.
Starlite Festival es de los lugares donde hay que estar al menos una vez en la vida. Así lo manifestó el cantante, que agradecido con la organización, se presentó ante el selecto público marbellí como un tipo formal, a pesar de su aspecto rudo.
Nada de rumba. «Porque si me tocan las palmas me da miedo mi pasado», reza una de las canciones de Melendi. Y es que ayer en el Auditorio de Marbella no se escuchó ninguna canción de los primeros discos, salvo «Con sólo una sonrisa» y «Calle la pantomima», que se colaron en un setlist compuesto principalmente por canciones de sus tres últimos discos. Cantó casi por completo Un alumno más, el que es su último álbum en el mercado, y estuvieron muy presentes también temas de su anterior disco, Lágrimas Desordenadas y del que le precede, Volver a empezar, que fueron las que se corearon con más intensidad.
Aunque con algo de aparente timidez al principio, el Auditorio de Marbella estalló por completo cuando empezaron a sonar los primeros acordes de «Un violinista en tu tejado», uno de los singles del cuarto disco del cantante. Desde ese momento, nadie volvió a sentarse en sus asientos hasta canciones más melancólicas como «Saraluna», «Cierra los ojos» o «Un alumno más». Esta última, interpretada al piano por el asturiano.
Melendi anoche en Marbella fue cantante, cómico, tocó la guitarra, el piano e incluso jugó al baloncesto junto a su banda, esa que le ha acompañado desde siempre y a la que se han unido en esta gira nuevas incorporaciones. Melendi fue un maestro de ceremonias de lo más entretenido, que no dejó al público descanso alguno. Llenó los tiempos muertos con historias y entretuvo a su público durante las más de dos horas de concierto.
El escenario era inmejorable, La Cantera de Nagüeles ofrece una acústica espectacular y un ambiente acogedor, que unido a un Melendi maduro, que con siete discos a sus espaldas ha conseguido un momento musical y vocal impecable, hicieron de la noche del lunes una velada intensa y agradable.
