Malagueños, andaluces y españoles en general. Decenas de miles de devotos de diversos puntos geográficos se concentraron en el popular barrio de la ciudad para asistir al 75 aniversario de Jesús Cautivo. Parecía un Lunes Santo otoñal. Pasaban las cinco de la tarde y un viento caliente soplaba fuerte cuando la túnica blanca asomaba por calle Trinidad.
La Banda de Cornetas y Tambores de Bomberos fue la encargada de abrir el cortejo. La seguían decenas de hermanos portando velas y repartiendo fotografías de recuerdo a todos los fieles que se acercaban. Además, no faltaron las representaciones de las cofradías con sede en San Pablo (la Hermandad de la Salud y la del Santo Traslado), de la Hermandad del Huerto de Álora y de la de Medinaceli de la parroquia de Santo Tomás de Aquino.
Muy despacio, caminó Nuestro Padre Jesús Cautivo entre la multitud, como si fuera un malagueño más. Tras el trono iba la Banda de Cornetas y Tambores de la cofradía que, con una impecable cruceta, estrenó la marcha ’75 años de fe’ para su titular.
El itinerario procesional estuvo cardioprotegido con cuatro puntos de auxilio con dotación de desfibrilador DESA, medida tomada por la cofradía debido a la gran cantidad de gente que se esperaba. La salida extraordinaria se llevó a cabo sin ningún incidente, salvo un retraso por el desprendimiento de parte de una cornisa en la calle San Quintín, causado por las fuertes rachas de viento.
Uno de los momentos clave fue la llegada al Hospital Civil, alrededor de las siete y media de la tarde. Allí, los profesionales del centro vieron al Señor de Málaga desde la escalinata de acceso a las urgencias del hospital.
La imagen, obra de Martín Simón, estrenó en el aniversario de su bendición una túnica blanca de piel de ángel y un camisón interior, obras del modisto de alta costura Paco Ruiz. El trono fue portado por 228 hombres vestidos con traje oscuro en cada uno de los dos turnos que se establecieron.
A pesar de la oscuridad del cielo y el vendaval, Jesús Cautivo lució como si del Lunes Santo se tratara y la única inundación que hubo fue la de la devoción. La cofradía, que actualmente no pasa por el mejor momento por la reciente dimisión del que fuera su hermano mayor durante siete años, brilló en todos los aspectos. Consecuencia del gran trabajo de hermandad, que se vio reflejado tanto en la calle como en las redes sociales.
Emoción, pasión y devoción. Así fue el 22 de noviembre. Un día que permanecerá en la memoria de todos los cofrades.
